Problemas de adiccion a los videojuegos

Artículos sobre adicción a los videojuegos
Con pantallas prácticamente en todas partes, controlar el tiempo que pasan los niños frente a ellas puede ser todo un reto. ¿Cómo puede controlar el tiempo que pasan sus hijos frente a las pantallas? ¿Cómo sabrá si usted o sus hijos son adictos a las pantallas o a los videojuegos?
El tiempo frente a la pantalla puede ser atractivo para personas de todas las edades. Esto se debe a que sus cerebros procesan y reaccionan a la información sensorial como si les estuviera sucediendo a ellos. Por ejemplo, muchas personas han llorado, reído o se han asustado viendo una película. Este mismo tipo de reacción es posible cuando una persona juega a un videojuego.
Mientras juega, su cerebro procesa el escenario como si fuera real. Si el juego describe una situación peligrosa o violenta, el cuerpo del jugador reacciona en consecuencia. Esta "respuesta de lucha o huida" ante ese peligro percibido se desencadena por la exposición a la intensa estimulación y violencia del juego. El uso excesivo de videojuegos puede llevar al cerebro a un estado constante de hiperactivación.
La hiperactivación es diferente en cada persona. Puede incluir dificultades para prestar atención, gestionar las emociones, controlar los impulsos, seguir instrucciones y tolerar la frustración. A algunos adultos o niños les cuesta expresar compasión y creatividad, y tienen menos interés por aprender. Esto puede conducir a una falta de empatía hacia los demás, que puede desembocar en violencia. Además, los niños que dependen de las pantallas y las redes sociales para relacionarse con los demás suelen sentirse más solos que los que se relacionan en persona.
Tratamiento de la adicción a los videojuegos
La adicción a los videojuegos (VGA), también conocida como trastorno de juego o trastorno de juego en Internet, se define generalmente como el uso problemático y compulsivo de videojuegos que provoca un deterioro significativo de la capacidad de un individuo para funcionar en diversos ámbitos de la vida durante un periodo de tiempo prolongado. Este concepto y otros relacionados han sido objeto de considerable investigación, debate y discusión entre expertos de varias disciplinas y ha generado controversia en las comunidades médica, científica y de jugadores. Estos trastornos pueden diagnosticarse cuando un individuo se dedica a actividades de juego a costa de cumplir con sus responsabilidades diarias o de perseguir otros intereses sin tener en cuenta las consecuencias negativas. Según la definición de la CIE-11, el principal criterio de este trastorno es la falta de autocontrol sobre el juego[3].
La Organización Mundial de la Salud incluyó el trastorno de juego en la 11ª revisión de su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).[4][5] La Asociación Americana de Psiquiatría (APA), aunque declaró que no hay pruebas suficientes para la inclusión del trastorno de juego por Internet en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en 2013, lo consideró digno de un estudio más profundo.[6]
Síntomas de la adicción al juego
El uso de videojuegos ha aumentado rápidamente y se ha convertido en una forma de entretenimiento increíblemente popular (Prot, Anderson, Gentile, Brown y Swing). La excesiva cantidad de tiempo que los jugadores dedican a los videojuegos es muy perjudicial para su vida cotidiana. Y los juegos en línea, especialmente los multijugador, suponen un mayor riesgo de adicción.
Rai Cornell enumera algunos síntomas de la adicción al juego. Afirma que una persona adicta tiene dificultades para dedicarse a cualquier otra actividad, ya que el impulso de jugar aumenta hasta un punto en que la persona se siente "obligada" a jugar, y la posibilidad de resistirse es cada vez menor. En muchos casos, esta adicción también influye en su salud física y mental y en su higiene personal.
Además, Cornell añade que una persona adicta a los videojuegos puede volverse irritable, ansiosa y desdichada cuando no puede jugar a sus videojuegos. La persona adicta a los videojuegos también puede experimentar los siguientes síntomas:
Otros problemas derivados de la adicción a los videojuegos son la fatiga, el dolor y la debilidad. Cualquier persona que juegue a videojuegos durante un periodo de tiempo muy largo, corre el riesgo de sufrir lesiones físicas. Algunas de estas lesiones pueden ser el "pulgar del videojugador" y el "nintendanitus", también conocido como síndrome del túnel carpiano, o la bursitis (inflamación), que pueden crear problemas a largo plazo en las manos y los brazos del jugador.
Test de adicción a los videojuegos
Con pantallas prácticamente en todas partes, controlar el tiempo que pasan los niños frente a ellas puede ser todo un reto. ¿Cómo puede controlar el tiempo que pasan sus hijos frente a las pantallas? ¿Cómo puede saber si usted o sus hijos son adictos a las pantallas o a los videojuegos?
El tiempo frente a la pantalla puede ser atractivo para personas de todas las edades. Esto se debe a que sus cerebros procesan y reaccionan a la información sensorial como si les estuviera sucediendo a ellos. Por ejemplo, muchas personas han llorado, reído o se han asustado viendo una película. Este mismo tipo de reacción es posible cuando una persona juega a un videojuego.
Mientras juega, su cerebro procesa el escenario como si fuera real. Si el juego describe una situación peligrosa o violenta, el cuerpo del jugador reacciona en consecuencia. Esta "respuesta de lucha o huida" ante ese peligro percibido se desencadena por la exposición a la intensa estimulación y violencia del juego. El uso excesivo de videojuegos puede llevar al cerebro a un estado constante de hiperactivación.
La hiperactivación es diferente en cada persona. Puede incluir dificultades para prestar atención, gestionar las emociones, controlar los impulsos, seguir instrucciones y tolerar la frustración. A algunos adultos o niños les cuesta expresar compasión y creatividad, y tienen menos interés por aprender. Esto puede conducir a una falta de empatía hacia los demás, que puede desembocar en violencia. Además, los niños que dependen de las pantallas y las redes sociales para relacionarse con los demás suelen sentirse más solos que los que se relacionan en persona.